“-Chihuahua, Irak y Afganistán están sobre una línea que
Llaman Paralelo 30 Norte.
-Ha de ser una línea de sangre- dijo Santos en forma irónica.
-Un paralelo de sangre, más bien-
¿Sería cierto? ¿Realmente Chihuahua era una tierra maldita condenada a un eterno derramamiento de sangre?
La historia regional parecía concordar con aquella afirmación.”
Santos no deja de pensar si en verdad se le nota la mala sangre, si tiene esa mirada de animal rabioso que provoca temor a quién lo conoce como jefe de seguridad del bar Cowboys. En su pasado como policía judicial racionalizó la violencia como parte de su oficio, pero eso quedo atrás. Ahora se limita a sacar borrachos y no es capaz de herir a una mujer.
En su monotonía de relaciones vacías y una vida que parece sin sentido, Santos busca tener glorias fugaces a través de su identidad oculta como detective, por lo que es contratado para buscar a un compositor y cantante de narcocorridos que está desaparecido.
Enfrentamientos, muertes, traición… dentro de un paralelo de sangre en el que debe hallar culpables.
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